Un teatro mágico
lleno de historia

Es pleno invierno en Italia y Bruna y Jac han viajado con el Globus a la ciudad de Milán del siglo XIX. Cuando sobrevolaban el centro de la ciudad, las vistas eran tan bonitas que han decidido aterrizar el Globus en la azotea de un edificio.

Era el Teatro
alla Scala!

Los dos hermanos, que llevaban una ropa muy elegante, han bajado por unas escaleras y han ido a parar a un camerino. Era una habitación llena de espejos y con un sofá de terciopelo. De repente, han oído un llanto que venía de debajo del tocador.

Se han agachado y han visto a una chica que les ha explicado que era cantante de ópera, concretamente soprano, y que aquella noche tenía una gran actuación, pero que estaba muy preocupada:

"Me acaban de decir que también
tendré que bailar y no sé..."

¿Cómo podían ayudarla? Bruna ha tenido una idea:

"¿Y si nos ponemos debajo de tu falda y te hacemos
cosquillas en las piernas cuando tengas que bailar?"

La chica ha dudado un poco, pero al final ha dicho que sí.

Han subido al escenario y la música ha empezado a sonar.

¡Qué nervios, el espectáculo
ya estaba en marcha!

Bruna, Jac y Fritz estaban quietos bajo la falda de la cantante y, en el momento en que ella ha empezado a cantar, le han hecho cosquillas.

Pero la soprano estaba tan emocionada y sentía tanto la ópera que cantaba, que ha empezado a dar vueltas sobre sí misma ella sola. ¡Ha girado y girado hasta que se ha elevado del suelo! Los dos hermanos estaban impresionados:

"¡Guaaau!"

¡Haz clic para ver la soprano bailar!

Los dos niños y Fritz han tenido que correr a esconderse detrás el decorado. ¡Uf, qué bien, nadie los ha visto! Mientras tanto, la cantante de ópera seguía volando por el escenario. Y el público, que estaba maravillado, se ha puesto en pie y ha empezado a aplaudir.

Ya era hora de volver a casa, pero Fritz estaba paralizado, no se movía y miraba fijamente la danza.

¿Qué le pasaba?

Entonces, Jac ha cogido a Fritz y ha intentado ponérselo en el hombro. Pero Fritz se ha enfadado y le ha pedido a Jac que volviera a dejarlo en el suelo. Y una vez en el suelo, Fritz se ha quedado paralizado de nuevo.

"Bruna, no entiendo por qué se queda tan quieto! ¡Esto no le había pasado nunca!",
ha exclamado Jac.

Bruna ha comentado que quizás Fritz estaba cansado y, en ese momento, a Jac se le ha encendido la bombilla:

"¡Ya sé lo que le debe pasar!
¡Seguro que tiene hambre!"

Así que los dos niños han ido a buscar algo de comer. Han empezado a caminar por las calles de Milán y, de repente, se han encontrado frente a Il Duomo, la catedral de la ciudad. ¡Ostras! Era una iglesia inmensa, altísima y llena de arcos y estatuas. Bruna se ha parado a mirarla y Jac se ha escondido detrás de ella.

"¿Qué te pasa, Jac?", e ha preguntado Bruna. Y su hermano ha señalado hacia arriba, a unas estatuas con cabezas de animales, dientes afilados y alas, y le ha contestado temblando:

"Brrr… es que… esas estatuas,
las de los monstruos, me dan miedo..."

Bruna se ha echado a reír y le ha dicho que solo eran gárgolas, que eran canalones para sacar el agua del tejado, y que no le harían nada. Jac le ha contestado que ya lo sabía, pero que, de todas formas, mejor que se marcharan de allí a toda prisa.

Al doblar una esquina han encontrado un restaurante. Han entrado en él y han visto que el primer plato de la carta era antipasto. Como tenían hambre, se han sentado a una mesa y han pedido uno para cada uno. Les han llevado unas tablas con quesos, aceitunas, embutidos, verduras y palitos de pan. ¡Qué pinta tan deliciosa…!

¡Ñam, ñam!

Les ha gustado tanto que han encargado otro para Fritz y, cuando ya estaba preparado, han vuelto al Teatro. Fritz todavía seguía paralizado. Entonces, Bruna ha cogido el plato y se lo ha colocado delante del hocico para ver si lo olía, pero no ha funcionado.

"¡Yo diría que Fritz no se habría movido ni aunque le hubiésemos enseñado una gárgola monstruosa!", se ha reído Jac. Bruna también se ha echado a reír y luego se ha fijado bien en Fritz. No apartaba la mirada de la cantante de ópera ni por un segundo. ¿Podía ser que se hubiera enamorado del talento y la belleza de la soprano? ¡Eso parecía!

Bruna y Jac tendrían que esperar que acabase el espectáculo para poder volver a subir al Globus.

¡Ay, el amor…!