Un viaje mágico en
un tren de vapor

Bruna, Jac y Fritz viajan siempre en el Globus buscando nuevas aventuras. Esta Navidad han querido visitar Alemania, así que han subido al globo y... ¡Hacia la Selva Negra se ha dicho! Mientras la sobrevolaban, han visto un grupo de personas que estaban esperando algo. ¿Qué sería? Han aterrizado para averiguarlo.

Era una estación por la que pasaba un tren de vapor que se llamaba
"Schwarzwald-Dampfzug".

Chuc-chuuuc...
¡El tren estaba llegando!

Era un tren de color rojo y negro que soltaba una humareda blanca y que olía a carbón. Los niños se han subido sin pensárselo y el tren se ha puesto en marcha. Iba a toda máquina, pasando por bosques nevados y lagos inmensos, por un viaducto altísimo y por pueblos llenos de luces y mercados navideños.

¡Por dentro era todo de madera
y estaba decorado con adornos de Navidad!

De repente, el tren se ha detenido. ¿Qué pasaba? El maquinista ha bajado de la locomotora y ha anunciado que había nieve acumulada en la vía y que no podrían avanzar hasta que la quitaran.

En ese momento, la tripa de Fritz ha empezado a crujir, tenía mucha hambre. Entonces, Bruna ha tenido una idea:

"¿Y si vamos a la cocina y preparamos
algo de comer para
todo el pasaje? ¡No se pueden
quedar sin celebrar la cena de Nochebuena!"

¡Dicho y hecho! Los niños han volado hacia el vagón de la cocina. Allí han conocido al cocinero del tren, que les ha hecho una propuesta:

"¿Qué os parece si hacemos una Kartoffelsuppe?"

Los dos hermanos y Fritz han dicho que sí y se han puesto a trabajar: han cortado patatas, cebollas y zanahorias, y lo han puesto todo a hervir con salchichas.

Mmm...
¡Qué olor tan rico!

Cuando la sopa ya estaba lista, han ido a servirla por todos los vagones con la ayuda de los camareros del tren. Usaban unas que tenían tres chorros diferentes.

¡Qué divertido!

Bruna y Jac han vuelto a la cocina con los boles de sopa vacíos para lavarlos. Y entonces Jac se ha dado cuenta de que Fritz no estaba y ha preguntado:

"Bruna, ¿sabes dónde está Fritz?"

Bruna ha contestado que no y se han puesto a buscarlo.

Han revuelto la cocina y ni rastro de Fritz, así que han empezado a investigar por los vagones. Han mirado debajo los bancos de terciopelo rojo, sobre los espumillones de Navidad que colgaban del techo, bajo los manteles de las mesas... Pero nada, Fritz no aparecía por ninguna partes.

Entonces Jac ha tenido la intuición de que Fritz se había bajado del tren. Ha mirado por la ventana y ha visto una luz pequeñita que se alejaba en dirección a un mercado navideño. Le ha parecido que era Fritz, con la lucecita colgada de la cola.

"¡Bruna, tenemos que ir a ese mercado de Navidad, creo que Fritz ha ido hacia allí!",
ha exclamado Jac.

Los dos hermanos han bajado del tren echando chispas y se han dirigido, rápidos como una locomotora, hacia el mercado. Una vez allí, se han separado: Bruna ha ido hacia la derecha y Jac, hacia la izquierda.

Bruna ha encontrado un montón de puestecillos donde se vendían figurillas de belén hechas de madera y se ha fijado bien para ver si Fritz estaba entre las figuras. Cuando están en casa, a Fritz le gusta mucho jugar a esconderse entre los animales de peluche y los juguetes, y quizás ahora también tenía ganas de jugar. Pero, aunque ha mirado con mucha atención, no ha visto a Fritz.

¿Dónde está Fritz?

Jac ha empezado a buscar la lucecilla que le ha parecido que Fritz sujetaba con la cola. Pero estaba en un mercado navideño y todo estaba repleto de luces. ¡Era muy difícil encontrarlo!

Entonces ha empezado a imaginar dónde podría haber ido Fritz, pero no se le ocurría nada...

En ese momento ha notado un riquísimo olor a pasteles y los ojos se le han iluminado. "“¡Ya sé dónde está Fritz!"", ha pensado.

Ha ido siguiendo el olor hasta que se ha encontrado ante una cafetería que tenía un escaparate lleno de unos pasteles que hacían la boca agua. Ha entrado y, efectivamente, Fritz estaba allí, encima de la barra, señalando al camarero una tarta de chocolate cubierta de crema y rellena de cerezas.

¡Era la tarta Selva Negra!

Jac ha regañado un poco a Fritz, le ha dicho que no podía marcharse sin avisar, pero enseguida han hecho las paces y se han sentado a una mesa a comerse aquella tarta tan buena.

Al cabo de un rato, Bruna ha entrado en la cafetería. Les ha explicado que ella también había notado el olor a pasteles y había imaginado que Fritz estaría allí. ¡Los tres se han echado a reír y Bruna también se ha apuntado a merendar tarta!

Después de la comida, han vuelto a buscar el tren y cuando han llegado se han dado cuenta de que los operarios ya habían quitado casi toda la nieve de la vía, así que han subido al vagón a toda prisa y se han sentado en sus asientos.

Por fin han terminado de quitar toda la nieve y el tren ha continuado su travesía hasta el final. Y los dos hermanos y Fritz han hecho el trayecto de vuelta para ir a buscar el globo.

¡Qué suerte, era mágico
viajar en ese tren!