La leyenda
de San Jorge

¡Un San Jordi
de leyenda!

Este San Jorge es el más especial de todos los de Bruna y Jac. ¡Y es que con el Globo viajan al pueblo de Montblanc s.XIII, donde transcurre la leyenda de San Jorge!

Bruna llega vestida de caballero San Jorge, con una cruz roja estampada en el traje, un escudo y un casco.

Jac disfrazado de dragón, pero sin olvidarse su gorra de aviador; y Fritz, de princesa.

¡Los tres están espectaculares!

Entran en el pueblo, cruzando las altas murallas de piedra y a lo lejos ven un mercado medieval con tenderetes de diferentes oficios cómo el de alpargatero, herrero, botero, velero, ... ¡Pero no hay nadie! ¡Ni en los tenderetes ni en las calles! ¿Dónde está todo el mundo? ¿Se han escondido por algo?

Entonces ven a una chica con un vestido de princesa que camina sola y con los ojos llorosos.

Bruna

Bruna

Nos hemos acercado a la chica y les hemos preguntado qué le ocurría y por qué no había nadie en la calle. Ella nos ha contado que al otro lado de la muralla vivía un dragón que tenía a todo el pueblo asustado.

Que se había comido a todos los animales del paraje y que ahora quería zamparse a las personas. Y que en el poblado habían organizado un sorteo para decidir quién sería la próxima víctima de aquel animal y que hoy le había tocado a ella, la princesa de Montblanc.

Jac, Fritz y yo nos hemos quedado de piedra. Pobre princesa, tener que encontrarse con un dragón tan malvado...

¡No lo podíamos permitir,
teníamos que encontrar una solución!

¡Haz clic!

Jac

Jac

¡Por suerte yo he tenido una gran idea! Podíamos ir a buscar al dragón y representarle una obra de teatro sobre la leyenda de San Jorge para ver si, de esta manera, el animal lo veía todo diferente. Pero la princesa nos ha alertado de que vigiláramos porque aquella fiera sólo querría hacernos daño.

De todas maneras, como no se nos ocurría otra solución, hemos decidido intentarlo. Así que hemos cruzado la muralla y nos hemos dirigido hacia la cueva donde vivía el dragón. Nos lo hemos encontrado durmiendo.

¡Era gigantesco!

Entonces Bruna, Fritz y yo hemos aprovechado para montar un pequeño escenario con piedras y troncos, y hemos ensayado un poco la representación. Cuando lo hemos tenido todo listo, lo hemos despertado.

Al dragón no le ha gustado nada que le fastidiáramos la siesta y al vernos ha rugido:

¡Brahhh!

¡Haz clic!

Echando fuego por la boca. Pero cuando ha visto a Fritz, una princesa tan pequeña y tan extraña, ha bajado la cabeza y ha escondido la cola entre las patas. ¡Seguramente no había visto nunca a un camaleón y se ha asustado un poco!

Hemos subido al escenario y hemos empezado la representación de la leyenda de San Jorge. El dragón, al percatarse de que yo era una bestia tan malvada, que sólo deseaba daño a las personas y a los animales, ha sentido una gran tristeza y se ha puesto a llorar:

"¡Qué fiera tan malvada!"

Exclamaba el dragón señalándome.

"¿Cómo puede ser que alguien desee tanta
desgracia a los demás?"

"¡Yo hago lo mismo con los
habitantes de Montblanc, verdad?"

ha continuado sollozando,

“¡Pero es que si no me como todo lo que encuentro, tengo mucha haaambre...!”

En ese momento ha aparecido el caballero San Jorge de verdad, cabalgando en su caballo y con un pan de San Jorge de kilo recién horneado clavado en la punta de la lanza.

¿Qué hacía San Jorge con ese pan? El dragón le ha dicho al caballero que él no comía pan, que no lo había probado nunca, pero que estaba seguro de que no le gustaría. Entonces el caballero se ha acercado al dragón y cuando éste ha olido el pan, se le ha hecho la boca agua.

"Dame un pedacito, por favor"

Ha suplicado la fiera.

¿Te comprometes a no comerte a la
princesa si te regalo este pan?"

Le ha preguntado San Jorge, quitándose el casco.

"Tendría que ser muy bueno
para que yo aceptase el trato."

"Toma el pan"

Ha continuado el caballero.

"Si después de probarlo todavía sigues prefiriendo a la doncella,

tendremos que luchar porque mi misión es salvarla."

La bestia ha arrancado el pan de la lanza, se lo ha tragado entero y ha exclamado:

"¡Caray, es buenísimo!
¿Me das más?"

Entonces ha llegado la princesa, con otro pan de San Jorge debajo del brazo y se lo ha ofrecido al dragón. Poco a poco, han ido llegando todos los habitantes del pueblo con un pan de San Jorge en la mano para dárselo a la fiera.

El dragón ha aceptado con gusto todos aquellos panes. Y ha estado tan contento y ha comido tanto, que ha prometido que si lo continuaban alimentando con aquellos panes, no se comería a ningún animal ni persona nunca más.

¡Haz clic!

Así lo han acordado y desde aquel día el pueblo de Montblanc ha vivido tranquilo. Y muy agradecido con Bruna, Jac y Fritz por haberles ayudado. ¡Qué bien!

Cuando estábamos a punto de marcharnos he oído que el caballo de San Jorge remugaba enfadado. ¿Qué le debía ocurrir? Nos hemos acercado para ver que le pasaba y le estaban herrando. El herrero le estaba sacando la herradura vieja con unos alicates, mientras San Jorge tranquilizaba al caballo, acariciándolo. Como el herrador nos ha visto tan interesados nos ha preguntado si queríamos ayudar. ¡Y le hemos contestado que sí!

¡Haz clic!

Luego nos ha dicho que teníamos que escoger el tipo de herradura que le queríamos poner. Fritz ha elegido una muy bonita, que brillaba mucho y que parecía nueva. El herrador nos ha explicado que el siguiente paso era calentar la herradura para darle forma. ¡Ha sido impresionante, la ha calentado tanto que el hierro se ha vuelto rojo!

Después le ha dado la forma exacta del pie del caballo y a continuación, con nuestra ayuda, hemos empezado a pulir los lados de la herradura con una especie de lima muy grande.

Por último, hemos fijado la herradura al pie del caballo mediante clavos.

¡Ha sido muy divertido!

El caballo de San Jorge por fin ha podido volver a trotar. Y ha estado tan satisfecho que hubiéramos ayudado al herrador que, con el permiso de San Jorge, nos ha llevado a mí, a Bruna y a Fritz a dar una pequeña vuelta por Montblanc.

Nos lo estábamos pasando en grande, pero Bruna me ha recordado que tenía que acabar los deberes.

¡Ay, sí, todavía tengo
una redacción por hacer!"

Así que hemos ido a buscar el Globus y hemos regresado a casa. He hecho un escrito sobre la leyenda de San Jorge con un final sorpresa: el caballero salvaba la princesa gracias al pan de San Jorge. ¿Y sabéis qué? Me ha quedado tan bien que he ganado el primer premio de los juegos florales del colegio.

"¡Viva!"